y me acusa lamentándose
por mi charla y mi pereza.
yo también soy intraducible.
Sobre los techos del mundo,
resuena mi bárbaro graznido.
se detiene a esperar por mí,
lanzo mi figura, tras las otras,
reposando verdaderamente en cualquier
sombra silvestre.
y hacia la oscuridad.
sacudo mi bucle blanco en el sol fugitivo.
Vierto mi carne en remolinos,
y la dejo arrastrar por la mueca del encaje.
Me entrego, a mí mismo, al barro,
para brotar en la hierba que amo.
búscame en la suela de tus botas.
y lo que quiero decir.
No obstante soy tu buena salud,
y filtraré con filamentos tu sangre.
Si no estoy en un lugar, búscame en otro.
En algún lugar te estaré esperando.