¿Para qué valdría la pasión (acharnement) de saber, si sólo asegurara la adquisición de conocimientos y no de alguna manera –y tanto como se pueda– el extravío de aquel que conoce? Hay momentos en la vida en que el problema de saber si uno puede pensar de manera distinta a como piensa y percibir de otra manera que como ve es indispensable para continuar mirando o re-flexionado. (...) Pero, ¿qué es la filosofía en la actualidad –quiero decir la actividad filosófica– si no es un trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo, y si no consiste, en lugar de legitimar lo que ya se sabe, en emprender la tarea de saber cómo y hasta dónde sería posible pensar de otra manera?”

El uso de los placeres.
Michel Foucault.

martes, 27 de noviembre de 2018

Yo sólo creería en un Dios que supiera bailar.

¿Cuál ha sido hasta ahora en la tierra el pecado más grande? ¿No lo ha sido la palabra de quien dijo: «¡Ay de aquellos que ríen aquí!»?

¿Es que él no encontró en la tierra motivos para reír? Lo que ocurrió es que buscó mal. Incluso un niño encuentra aquí motivos.

Él no amaba bastante: ¡de lo contrario nos habría amado también a nosotros los que reímos! Pero nos odió y nos insultó, nos prometió llanto y rechinar de dientes.

¿Es que hay que maldecir cuando no se ama? Esto me parece un mal gusto. Pero así es como actuó aquel incondicional. Procedía de la plebe.


Y él mismo no amó bastante; de lo contrario se habría enojado menos porque no se lo amase. Todo gran amor no quiere amor; quiere más.

¡Evitad a todos los incondicionales de esa especie! Es una pobre especie enferma, una especie plebeya: contemplan malignamente esta vida, tienen mal de ojo para esta tierra.

¡Evitad a todos los incondicionales de esa especie! Tienen pies y corazones pesados; no saben bailar.

¡Cómo iba a ser ligera la tierra para ellos!

En Así habló Zaratustra, de Friedrich Nietzsche.

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