¿Para qué valdría la pasión (acharnement) de saber, si sólo asegurara la adquisición de conocimientos y no de alguna manera –y tanto como se pueda– el extravío de aquel que conoce? Hay momentos en la vida en que el problema de saber si uno puede pensar de manera distinta a como piensa y percibir de otra manera que como ve es indispensable para continuar mirando o re-flexionado. (...) Pero, ¿qué es la filosofía en la actualidad –quiero decir la actividad filosófica– si no es un trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo, y si no consiste, en lugar de legitimar lo que ya se sabe, en emprender la tarea de saber cómo y hasta dónde sería posible pensar de otra manera?”

El uso de los placeres.
Michel Foucault.

jueves, 5 de octubre de 2017

Minoría.

(…) El astuto político incluso canta alabanzas a las masas: la pobre mayoría, la ultrajada, la injuriada, la inmensa mayoría, si con ello lo siguen.

¿Quién no ha oído esta letanía anteriormente? ¿Quién no conoce este estribillo reiterativo de todos los políticos? Que a las masas se les chupa la sangre, se las roba y explota, lo sé tanto yo como los cazadores de votos. Pero insisto que no son el puñado de parásitos, sino la masa en sí misma la responsable de este horrible estado de la cuestión. Se aferran a sus amos, aman el látigo y son los primeros en gritar ¡crucifixión!, en el instante en que una voz de protesta se alza contra la sacrosanta autoridad del capitalista o cualquier otra decadente institución. 


Así, ¿por cuánto tiempo existiría la autoridad y la propiedad privada si la predispuesta masa no se convirtiera en soldados, en policías, en carceleros y en verdugos? Los demagogos socialistas saben tan bien como yo que mantienen el mito de las virtudes de la mayoría, ya que como medio de vida buscan perpetuarse en el poder. ¿Y cómo lo pueden adquirir sin las masas?

Sí, la autoridad, la coerción y la dependencia son atributos de las masas, pero nunca la libertad o el libre desarrollo del individuo, nunca el nacimiento de una sociedad libre. Como me siento entre los oprimidos, los desheredados de la tierra; como conozco la vergüenza, el horror, la indignidad que supone la vida de las personas, por ello repudio a la mayoría como fuerza creativa de algo bueno. ¡Oh, no, no! Porque conozco muy bien que una masa compacta nunca se ha alzado por la justicia o la igualdad. Ha reprimido la voz humana, ha subyugado el espíritu humano, y ha encadenado el cuerpo humano. En tanto masa, su objetivo siempre ha sido convertir la vida en uniforme, gris y monótona como un desierto. En tanto masa, siempre será la aniquiladora de la individualidad, de la libre iniciativa, de la originalidad.  
 
En Las minorías frente a las mayorías, de Emma Goldman.

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