¿Para qué valdría la pasión (acharnement) de saber, si sólo asegurara la adquisición de conocimientos y no de alguna manera –y tanto como se pueda– el extravío de aquel que conoce? Hay momentos en la vida en que el problema de saber si uno puede pensar de manera distinta a como piensa y percibir de otra manera que como ve es indispensable para continuar mirando o re-flexionado. (...) Pero, ¿qué es la filosofía en la actualidad –quiero decir la actividad filosófica– si no es un trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo, y si no consiste, en lugar de legitimar lo que ya se sabe, en emprender la tarea de saber cómo y hasta dónde sería posible pensar de otra manera?”

El uso de los placeres.
Michel Foucault.

jueves, 19 de julio de 2018

Sobre el aligeramiento de la vida.





















Uno de los grandes medios de hacer la vida más ligera es idealizar todos los acontecimientos, pero conviene pedir a la pintura que nos dé una idea clara de lo que es idealizar.

El pintor ruega al que contempla el cuadro que no lo mire desde demasiado cerca, ni con demasiada agudeza ni exactitud; le pide que retroceda un poco para contemplar su obra desde lejos, porque está obligado a contar con una determinada distancia entre el cuadro y el que lo contempla; ha de admitir incluso en este último un grado de agudeza visual también determinado; en estas cuestiones no te está permitida la más mínima duda.

Quien quiera idealizar su vida deberá, entonces, no tratar de verla demasiado al detalle, y obligar siempre a su vista a retroceder a una determinada distancia.

Este artificio lo entendía muy bien un Goethe, por ejemplo.

En Humano, demasiado humano, de Friedrich Nietzsche.

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