La
filosofía de Schopenhauer se encuentra vinculada desde un primer
momento con el problema de la negatividad: el dolor del mundo, la
miseria de la existencia y todo lo que en general cabe dentro del
concepto de lo negativo, son el tema y el punto de arranque de su
filosofía. Así lo expresó de manera rotunda en una visita a
Wieland en abril de 1811. Cuando este le desaconsejó que estudiara
filosofía, ya que "no era una materia sólida",
Schopenhauer le contestó: "La vida es un asunto desagradable:
he decidido pasarla reflexionando sobre ella". Después de oír
sus argumentaciones, Wieland concluyó: "Ahora pienso que ha
elegido usted bien, joven, ahora entiendo su naturaleza; quédese en
la filosofía"7.
Un
espíritu que él mismo define como melancólico y su madre
caracteriza en diversas ocasiones como "aficionado a cavilar
sobre la miseria del ser humano"; la experiencia del sufrimiento
desde una edad temprana, debido sobre todo a la falta de cariño
materno y a la muerte prematura de su padre en circunstancias
inciertas; el conocimiento directo de las peores miserias y tormentos
durante su largo viaje por Europa, de cuyo impacto dan fe sus
anotaciones en los diarios de viaje; y, finalmente, su formación
intelectual temprana en el espíritu del pietismo y la influencia de
Mathias Claudius: todos esos factores constituyen el caldo de cultivo
de una filosofía que arranca en tono menor8.
En
su origen se encuentra el lamento ante la miseria de la existencia
y la omnipresencia del mal. El "enigma del mundo" es en él
al mismo tiempo el enigma del mal, porque ambos son una misma
cosa. La originaria pregunta de la filosofía "¿Por qué el ser
y no la nada?" se convierte en Schopenhauer en la pregunta sobre
"lo que no debería ser", una expresión esta que aparece
reiteradamente en los manuscritos de juventud. El ser es, en efecto,
problemático, pero sobre todo por lo que lleva de no-ser, de
negatividad.
Schopenhauer
es en muchos aspectos el primer filósofo contemporáneo; su
reflexión abre el camino a nuevos modos de filosofar como los de
Nietzsche y Wittgenstein, además de dejar una importante huella en
la música y la literatura posteriores: es el caso, por citar solo a
algunos, de Wagner, Thomas Mann y Borges9. Pero
es, además, el primero en romper con muchos de los planteamientos
fundamentales de la época moderna, empezando por el racionalismo y
el optimismo parejo a él. Desde su perspectiva histórica, puede ver
ya lo que ha dado de sí una razón omnipotente que todo lo justifica
y para la que todo está bien como está. Quedan atrás las ideas de
una razón capaz de conocerlo todo con un buen método (Descartes),
de un progreso indefinido del género humano (Ilustración) y de un
mundo que es el mejor de los posibles (Leibniz). Incluso quedan atrás
para él los intentos de su contemporáneo y principal enemigo,
Hegel, esforzándose aún por demostrar que "Todo lo racional es
real y todo lo real es racional". Porque para Schopenhauer no es
verdad ni lo uno ni lo otro: ni lo racional es real, porque el mundo
de la razón es un mundo de sueños y de engaño, ni lo real es
racional, porque el verdadero ser de las cosas es una voluntad
irracional y ciega.
Es el momento de ocuparse de lo que la filosofía
anterior soslayó o menospreció por considerarlo inexistente o
accesorio: el sufrimiento y la maldad, la contradicción y la
injusticia, la enfermedad y la muerte; en suma, el mal. Es hora de
explicar el porqué de este "valle de lágrimas" que es la
existencia humana. Y la respuesta de Schopenhauer no será
precisamente consoladora, ya que para él no cabe otro consuelo que
la verdad10.
La
negatividad -reza su respuesta- no es un
accidente de la historia sino algo que está inscrito en el origen
mismo de toda existencia, en una realidad originaria
(la voluntad) que lleva en su seno la escisión y la carencia.
7
A. Schopenhauer, Gesprahe, ed. de A. Hubscher, Frommann-Holzboog,
Stuttgart, 1971, p. 22.
8
Cf. Die Welt... II, p. 190 (p. 210].
9
Cf. sobre esto B. Magge, op. cit., apéndices VI y VII.
10
En Parerga und Paralipomena II, p. 319, dice Schopenhauer: "Mi
filosofía no es consoladora porque digo la verdad, pero la gente
quiere oír que Dios el Señor lo ha hecho todo bien. Que vayan a la
iglesia y dejen a los filósofos en paz".
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