¿Para qué valdría la pasión (acharnement) de saber, si sólo asegurara la adquisición de conocimientos y no de alguna manera –y tanto como se pueda– el extravío de aquel que conoce? Hay momentos en la vida en que el problema de saber si uno puede pensar de manera distinta a como piensa y percibir de otra manera que como ve es indispensable para continuar mirando o re-flexionado. (...) Pero, ¿qué es la filosofía en la actualidad –quiero decir la actividad filosófica– si no es un trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo, y si no consiste, en lugar de legitimar lo que ya se sabe, en emprender la tarea de saber cómo y hasta dónde sería posible pensar de otra manera?”

El uso de los placeres.
Michel Foucault.

jueves, 15 de febrero de 2018

El Ser de Empédocles.

Debo anunciarte una doble narración. Una vez, una sola cosa creció a partir de muchas, y, otra vez, se separó para ser muchas a partir de una. Doble es la generación de los seres mortales, y doble su destrucción. Un par (de generación y destrucción) nace y muere por la concurrencia de todas las cosas; el otro crece y, luego, se disipa cuando ellas se separan de nuevo. Y ellos no dejan nunca de cambiar de lugar incesantemente, de este modo; unas veces confluyendo todos en uno por medio del Amor, y otras veces separándose cada uno por el odio de la Discordia.

Así, en tanto que se habituaron a que uno crezca a partir de muchos, y a que uno se divida, a su vez en muchos de nuevo, de este modo están sometidos al devenir y no tienen vida estable; pues en tanto que no cesan nunca de confluir y separarse alternativamente, existen para siempre, inmutables en su camino cíclico.


Pero vamos, escucha mi discurso, ya que el aprendizaje acrecienta la sabiduría. Como ya dije antes, cuando estaba estableciendo los confines de mi discurso, yo te contaré una doble narración. Una vez, una sola cosa creció a partir de muchas, y otra vez se separó para ser muchas a partir de una: el fuego, el agua, la tierra y la inconmensurable altura del aire, y la funesta Discordia, separada de éstos e igual en cualquier respecto y el Amor entre ellos, semejante en longitud y profundidad. A él tienes que mirarlo con la mente, no te quedes inmóvil con ojos de asombro: es a él quien se considera innato en los miembros de los mortales, y es por él por quien los hombres piensan amorosos pensamientos y realizan acciones pacíficas, llamándolo por los nombres de Gozo y Afródita.

Ningún mortal lo ha visto cuando gira en derredor de ellos (es decir, de los elementos de la Discordia); pero escucha tú el orden no engañoso de mi discurso. Todos ellos son semejantes y de la misma edad, pero cada uno es señor de un distrito diferente y cada uno posee su propio carácter, y prevalecen, alternativamente, conforme el tiempo gira trazando su círculo.
En Historia de la filosofía Griega, de W. K. C. Guthrie.

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