¿Para qué valdría la pasión (acharnement) de saber, si sólo asegurara la adquisición de conocimientos y no de alguna manera –y tanto como se pueda– el extravío de aquel que conoce? Hay momentos en la vida en que el problema de saber si uno puede pensar de manera distinta a como piensa y percibir de otra manera que como ve es indispensable para continuar mirando o re-flexionado. (...) Pero, ¿qué es la filosofía en la actualidad –quiero decir la actividad filosófica– si no es un trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo, y si no consiste, en lugar de legitimar lo que ya se sabe, en emprender la tarea de saber cómo y hasta dónde sería posible pensar de otra manera?”

El uso de los placeres.
Michel Foucault.

jueves, 12 de enero de 2017

El encuentro con la verdad silenciosa del animal.

En Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida, Nietzsche afirma que los animales viven en la verdad porque su vida es intrínsecamente ahistórica: 
 
Así, vive el animal de manera no histórica, pues está contenido [geht auf] en el presente de modo similar a un número que no deja como resto ninguna fracción fantástica [wunderlicher]; no sabe disimular [verstellen], no oculta [verbirgt] nada, se muestra [erscheint] en cada momento totalmente como es y no puede ser otra cosa que sincero.

Como se dijo en el capítulo precedente, para Nietzsche la ahistoricidad de la vida animal se debe a su olvido. El olvido conduce al animal hacia el momento; lo absorbe en el instante de tiempo singular. Los animales, en tanto tales, viven siempre en la verdad del momento. La forma en que se presentan (Erscheinen) refleja siempre lo que verdaderamente son (Sein). 


Como resultado de su olvido, los animales no pueden engañarse a sí mismos ni a los otros. Los humanos representan el caso opuesto. No viven en la verdad porque su vida es intrínsecamente histórica. Su existencia es un "tiempo imperfecto", "un ininterrumpido haber sido, algo que vive de negarse, destruirse y contradecirse a sí mismo"

Por ello, los humanos no viven en la verdad del momento sino siempre en su falsificación. Los humanos experimentan su historicidad, su memoria del pasado, como una carga. Por ende, Nietzsche apunta que los humanos gustan de engañarse a sí mismos y a los otros en relación a su pasado. Envidian al animal que no conoce el "fue", "el código con el que el ser humano accede a la lucha, el dolor y el hastío"

Nietzsche imagina que el ser humano podría preguntar al animal:

"¿Por qué no me hablas de tu felicidad y únicamente me miras?" El animal quiere responderle y decirle: "Esto pasa porque siempre olvido lo que quisiera decir".- Entonces, también se olvidó de esta respuesta y calló, de modo que el ser humano se quedó asombrado [verwundert]

En La filosofía animal de Nietzsche. Cultura, política y animalidad del ser humano, de Vanessa Lemm.

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