¿Para qué valdría la pasión (acharnement) de saber, si sólo asegurara la adquisición de conocimientos y no de alguna manera –y tanto como se pueda– el extravío de aquel que conoce? Hay momentos en la vida en que el problema de saber si uno puede pensar de manera distinta a como piensa y percibir de otra manera que como ve es indispensable para continuar mirando o re-flexionado. (...) Pero, ¿qué es la filosofía en la actualidad –quiero decir la actividad filosófica– si no es un trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo, y si no consiste, en lugar de legitimar lo que ya se sabe, en emprender la tarea de saber cómo y hasta dónde sería posible pensar de otra manera?”

El uso de los placeres.
Michel Foucault.

viernes, 13 de enero de 2017

El niño que yo tengo.


















 

Tengo un niño
al que no dejé crecer…


Un niño que deseaba mirar
y al que tapé sus ojos.
Un niño que deseaba jugar
y al que sólo le causé enojos.

Tengo que buscar
al niño que un día aciago
-como tantas cosas que hago-
sin pensar, intenté matar.

Y el niño aquel, de aquel día,
cada golpe más fuerte
aunque el pobre no crecía,
logró escapar a su muerte.

Y vagó errante
por lo más recóndito de mi alma.
Recorrió toda su extensión, cavilante.
Palmo a palmo, con calma.

No podía nada…
Nada decía…
Porque el pobrecito temía
a mi mano, en su intento, frustrada.

No hacía más que callar y observar
un horizonte crecer en lontananza.
Mientras él niño, niño sin poderlo evitar,
presa del temor gestaba la venganza.

Tengo un niño de ayer
que me trastorna la mente.
Que detiene mi propio crecer
mientras me mata lentamente.

Tengo un niño amargado
al que en mi interior desconocido
busco sin haberlo encontrado,
sabiéndolo por ahí escondido.

No busco que me perdone.
-Nada me hará merecerlo-.
Tan sólo, antes de que la vida abandone,
quisiera conocerlo.

Sentarnos sobre el tiempo sin verter
y hablar pausadamente de las cosas.
Las del hoy y las del ayer,
son sus facetas horrendas y hermosas.

Y sobre todo, explicarle a conciencia
si es que lo puedo convencer,
de cuánto daño me ocasionó su ausencia
durante mi propio crecer.

Después de eso…
Al través de la inmensidad de un beso…

Lograr en su interior vertir
todo lo que no puede y quiero.
Para que él logre al fin vivir
a partir del punto en que yo muero.

                                                             Helenio Campos Ocaña.

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