(...)
De ahí el advenimiento de la hipocresía, el engaño a sí mismo y a
los otros, el embuste, de ahí también el reinado de la frustración
permanente en el terreno de
la expansión sexual. Fijado el modelo, todo alejamiento de él
resulta culpable: monogamia, procreación, fidelidad y cohabitación
proporcionan sus puntos cardinales. Sin embargo, el deseo es
naturalmente polígamo, no se preocupa por la descendencia, es
sistemáticamente infiel y furiosamente nómada. Adoptar el modelo
dominante supone infligir violencia a su naturaleza e inaugurar una
radical incompatibilidad de humor con el otro en materia de relación
sexuada.
(...)
El primer paso negativo de mi andadura supone la deconstrucción del
ideal ascético: para llevarla a cabo, trataremos de acabar con los
principios de la lógica renunciante que tradicionalmente relacionan
el deseo y la falta para después definir la felicidad como lo
completo o como autorrealización en, por y
para el prójimo; evitaremos sacrificar la idea que la pareja
fusionada propone la fórmula ideal de esta hipotética cima
ontológica; cesaremos de oponer encarecidamente el cuerpo y el alma,
pues este dualismo, que ha resultado un arma de guerra temible en
manos de los amantes de la autoflagelación, organiza y legitima esa
moral moralizadora articulada sobre una positividad espiritual y una
negatividad carnal; renunciaremos a asociar hasta la confusión el
amor, la procreación, la sexualidad, la monogamia, la fidelidad y la
cohabitación; recusaremos la opción judeocristiana que amalgama lo
femenino, el pecado, la falta, la culpabilidad y la expiación; se
estigmatizará la connivencia entre el monoteísmo, la misoginia y el
orden falocrático; fustigaremos las técnicas del autodesprecio
puestas en circulación por las ideologías pitagóricas, platónicas
y cristianas - continencia, virginidad, renuncia y matrimonio-, sobre
cuyo espíritu se ha erigido nuestra civilización; subvertiremos la
familia, esa célula básica primitiva de la política
estructuralmente apoyada en ella. Varios siglos de judeocristianismo
pueden comprenderse así y luego ser anulados.
Mi
segundo paso, afirmativo, propone una alternativa al orden dominante
gracias a la formulación de un materialismo hedonista: elaboraremos
una teoría atomista del deseo como lógica de los flujos que llaman
a la expansión y necesitan para ello una hidráulica catártica;
secularizaremos la carne, desacralizaremos el cuerpo y definiremos el
alma como una de las mil modalidades de la materia; propondremos un
epicureismo abierto, lúdico, gozoso, dinámico y poético a partir
de los posibles esbozados y ofrecidos por el epicureismo cerrado,
ascético, austero, estático y autobiográfico del fundador;
precisaremos las modalidades de un libertinaje solar y de un eros
ligero; se invitará a una metafísica del instante presente y del
puro goce de existir; tenderemos a un nomadismo de solteros
promoviendo una opción de cíclopes; reactivaremos la teoría del
contrato pragmático, utilitarista, deseable y dominado por la
voluntad de disfrutar mutuamente; propondremos una opción
radicalmente igualitarista entre los sexos y la formulación de un
feminismo libertario; reivindicaremos una auténtica aspiración a la
esterilidad y una práctica de las leyes de la hospitalidad redoblada
por una permanente invención de sí; desembocaremos así en una
verdadera estética pagana de la existencia. Algunos siglos de
judeocristianismo pueden encararse de esta forma y ser rebasados.
En
Teoría del cuerpo enamorado, de Michel Onfray.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario