¿Para qué valdría la pasión (acharnement) de saber, si sólo asegurara la adquisición de conocimientos y no de alguna manera –y tanto como se pueda– el extravío de aquel que conoce? Hay momentos en la vida en que el problema de saber si uno puede pensar de manera distinta a como piensa y percibir de otra manera que como ve es indispensable para continuar mirando o re-flexionado. (...) Pero, ¿qué es la filosofía en la actualidad –quiero decir la actividad filosófica– si no es un trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo, y si no consiste, en lugar de legitimar lo que ya se sabe, en emprender la tarea de saber cómo y hasta dónde sería posible pensar de otra manera?”

El uso de los placeres.
Michel Foucault.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Crónicas del ángel gris.

El hombre que era, sin saberlo, el diablo.

Un caballero de la calle Caracas resolvió negociar su alma. Siguiendo los ritos alcanzó a convocar a Astaroth, miembro de la nobleza infernal.

- Deseo vender mi alma al diablo -declaró.
- No será posible- contestó Astaroth.
- ¿Por qué?
- Porque usted es el diablo.


El hombre que pedía demasiado.

Satanás: ¿Que pides a cambio de tu alma?
Hombre: Exijo riquezas, posesiones, honores y distinciones.... Y también juventud, poder, fuerza y salud... Exijo sabiduría, genio, prudencia... Y también renombre, fama, gloria y buena suerte... Y amores, placeres, sensaciones... ¿Me darás todo eso?
Satanás: No te daré nada.
Hombre: Entonces no tendrás mi alma.
Satanás: Tu alma ya es mía. (Desaparece)

Algunos relatos del barrio señalan la evidencia de posesiones diabólicas. Siempre se sospecho de los cantores de jazz, porque tenían la posibilidad de hablar un idioma que desconocían. Jorge Allen se jactaba de tener un alma inhóspita y juraba que varios demonios habían tratado de usurparla sin aguantar más de media hora. También se hablaba de incubos y sucubos que mantenían amores con personas desprevenidas.

Papini sostenía la imposibilidad de los contratos infernales. El diablo -decía- no necesita complicadas cláusulas para capturar almas. Y cabe suponer que un hombre tan estúpido como para renunciar al cielo a cambio de unos años de fortuna ya esta perdido antes de firmar nada.

A mi me parece adivinar que estamos ante una alegoría. Tal vez no existan las cruentas rúbricas ni los rituales. Pero es posible que algunas de nuestras conductas sean -secretamente- la suscripción de un acuerdo. Quizás muchos de nosotros hemos vendido nuestra alma al diablo, al precio miserable de sentirnos satisfechos de nuestra integridad.

Creo que hoy -como entonces- los demonios andan cerca. Ya no tienen para nuestra desgracia, el horrible aspecto que antaño daba una cierta lealtad a su malevolencia. Ahora se nos aparecen amables y sonrientes, cuando no angelicales. Es difícil, muy difícil, reconocer al diablo, adivinar de que modo hemos firmado e imaginar que clase de infierno nos espera.

Me gustaria pensar que las almas puras alcanzan a percibir unas pálidas señales. Y así como muchos pactan sin saberlo, otros, sin saberlo, no pactan. El cielo nos proteja de los demonios, de sus empleados, de sus víctimas y de los malvados que viven convencidos de su bondad.

En Crónicas del ángel gris, de Alejandro Dolina.

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