Con
anterioridad se mencionó que el gran mérito de Heidegger fue
plantear de nuevo la pregunta crucial de nuestro tiempo, a saber,
¿qué amansará al hombre luego del fracaso del humanismo? Pues
bien, Sloterdijk no expone un nuevo proyecto de amansamiento o
domesticación, pero sí sugiere que el desarrollo de la
biotecnología (el antiquísimo sueño eugenésico) es un tema que es
necesario afrontar directamente cuando afrontemos los escenarios
posibles de futuro para nuestra especie.
Si
el humanismo ha fracasado en su empresa; si lo que tenemos frente a
nosotros cuando mentamos la palabra hombre es un proceso anónimo
biocultural que se expone biológica e históricamente, entonces no
hay algo que debamos abandonar con mayor premura que la idea de una
esencia humana que se repite en todos y cada uno de los
representantes de la especie. El concepto que Sloterdijk esgrime para
plantear su oposición a la noción clásica de hombre se encierra en
el concepto de hombre operable.
Fundamentalmente,
la noción hombre operable alude a una cierta condición
antropobiológica. Esta condición está determinada por los
siguientes mecanismos:
El
mecanismo de instalación
El
mecanismo de instalación o aclimatación consiste en el hecho de que
“grupos (de seres vivos en general) que viven juntos producen por
su campo de proximidad e interacción un clima interior que funciona
para sus habitantes como un nicho” (Sloterdijk, 199, p. 179).
Apelando al biólogo y zoólogo Hugh Miller, Sloterdijk muestra la
situación de ciertos ejemplares dentro de una horda que producen en
las periferias del grupo el efecto de “une paroi vivante sur la
face interne de laquelle apparait un avantage climatique pour les
individus de groupe qui séjournent habituellement au centre”15
(Sloterdijk, 1999, p. 46). En este sentido, el mecanismo de
instalación indica aquella situación en virtud de la cual ciertas
especies animales (si no todas) tienen la capacidad de aclimatar el
espacio que habitan con miras a salir airosos en la lucha por la
existencia. Indudablemente hay aquí una fuerza plástica (creadora)
que es el resultado a su vez de interacciones entre especies o
ejemplares al interior de un grupo.
El
mecanismo de supresión de los cuerpos
El
mecanismo de supresión de los cuerpos tiene que ver, básicamente,
con el impacto que debió tener sobre el animal pre Homo sapiens
el uso de herramientas (he aquí el inicio de la carrera
tecnológica). Desde una perspectiva ontológica, el uso de
herramientas tecnológicas como las piedras permitió ampliar las
distancias y por tanto distensionar la relación del animal pre Homo
sapiens con el entorno. La supresión de los cuerpos implica “la
sortie de la prison formée par la relation biologiquement déterminée
avec l´environnement”16. (Sloterdijk, 1999, p. 46). En este
sentido, el uso de herramientas tecnológicas permite a los animales
pre Homo sapiens separarse del determinsimo de la relación
con el entorno y, en cierta medida, introducir una serie de acciones
nuevas en el entorno que serán como el primer despuntar del mundo
humano.
El
mecanismo de la neotenia
Del
mecanismo de la neotenia –que significa, en términos muy
generales, el hecho de que en el hombre se conservan ciertos rasgos
fetales que determinan precisamente su inadaptación al entorno
(falta de vello corporal, ortognatismo, foramen magnum en posición
central)– dependen dos situaciones de suma importancia: en primer
lugar, como ya se anotó anteriormente, su inadaptación biológica;
y en segundo lugar, el particular desarrollo de la masa cerebral
debido precisamente a la amplitud de la cavidad craneana. En virtud
de su inadaptación y labilidad biológicas (ser abierto) y con base
en su capacidad cerebral y su inteligencia particulares, el Homo
sapiens se instala en el mundo y climatiza su entorno a través
de la cultura. Gracias a ella puede cargar a lo largo de su
existencia la huella indeleble de su inadaptación (cultura es el
nombre que se le da a la manera como el mecanismo de instalación, el
uso de la tecnología y el mecanismo de transposición –basados
todos en la condición neoténica del hombre– interactúan en la
configuración de lo que se denomina mundo).
El
mecanismo de transposición
Este
mecanismo es de suma importancia y significa que en vista de las
capacidades del Homo sapiens (fundamentalmente de su capacidad
cerebral) este ha adquirido la potencia de interiorizar lo externo,
lo extraño y al mismo tiempo de exteriorizar estados internos. De
acuerdo con Sloterdijk, el lenguaje es el órgano universal de la
transposición, pues a través de él no solo nos apropiamos el mundo
cercano cuando lo nombramos, sino también nos permite aproximar a
nuestros espacios habitables aquello que resulta inquietante y
extraño. Es esta, entonces, una capacidad de simbolización de lo
real (de lo que se experimenta en torno) profundamente vinculada con
la capacidad de aprendizaje del Homo sapiens.
En
este orden de ideas, la noción de hombre operable se refiere
a aquella condición según la cual:
[…]
pensar al homo humanus significa dar cuenta del nivel en que rige la
ecuación de ser humano y claro. Tal como sabemos ahora, el claro,
empero, no puede pensarse pasando por alto su origen tecnogénico. El
hombre no se encuentra en el claro con sus manos vacías, ni como un
pastor alerta, inerme junto al rebaño, como sugieren las metáforas
pastorales de Heidegger (Sloterdijk, 2001, p. 08).
Con
esta afirmación Sloterdijk va más allá de Heidegger. Si se parte
de tales supuestos es inconcebible habitar hoy un mundo por fuera de
las coordenadas digitales y virtuales que son las de nuestro mundo.
Si el personaje heideggeriano por antonomasia construye su hogar en
el corazón de una montaña frondosa y se dispone en silencio para
escuchar los mensajes emitidos por el ser, el personaje
sloterdijkeano transita las grandes avenidas virtuales de la
información, dispuesto siempre a experimentar en sí mismo todo el
potencial de autotransformación que la tecnología trae consigo.
No
obstante, Sloterdijk no celebra irreflexivamente el potencial
desatado por los poderes de la ciencia y de la técnica en el mundo
contemporáneo. En efecto, el filósofo alemán matiza su concepción
del hecho tecnológico a la luz de una doble clasificación que
define dos maneras diferentes de concebir y llevar a la práctica la
tecnogénesis, a saber, las nociones de alotecnología y
homeotecnología.
La
alotecnología está profundamente vinculada con la metafísica
clásica, la cual está basada a su vez en una ontología monovalente
(aquella concepción según la cual el ser es y el no ser no es) y
una lógica bivalente (lo que es verdadero no es falso; lo que es
falso no es verdadero). Según Sloterdijk este tipo de metafísica ha
configurado una noción errada, violenta y desproporcionada del
acontecimiento tecnológico y de su significación para el ser
humano.
En
efecto, diferenciaciones dualistas tales como cuerpo-alma,
sujeto-objeto, materia-espíritu y libertad-mecanismo, entre otras,
han llevado a los filósofos clásicos a abordar la realidad de una
manera inadecuada y a producir falsas descripciones de la misma:
“Dividen a los entes en subjetivos y objetivos y colocan el alma,
el yo y lo humano en un lado, y la cosa, el mecanismo y lo inhumano
en el otro. La aplicación práctica de esta distinción se llama
dominación”17 (Sloterdijk, 2001, p. 05).
Si
desde una perspectiva teórica la alotecnología se deriva de la
metafísica clásica, desde una perspectiva práctica se explicita en
la relación sujeto-amo frente a objeto-esclavo; es decir, parte del
supuesto según el cual el sujeto-pensante dueño de la ciencia y los
dispositivos técnicos ejerce un poder absoluto sobre una materia
basta y servil:
De
esto surge una imagen de la técnica que sigue el modelo de las
herramientas simples y las máquinas clásicas: todas ellas son
medios esencialmente alotecnológicos en la medida en que ejecutan
reestructuraciones violentas y contranaturales de todo lo que
encuentran, y en tanto que usan materia para fines que son
indiferentes o ajenos a la materia misma (Sloterdijk, 2001, p. 9).
En
conclusión, el concepto de alotecnología se condensa en una
descripción reduccionista clásica de los entes, y en un ejercicio
práctico de dominación cabal de la materia por parte de un sujeto
que ha logrado apropiarse lo real a través de una supuesta
apropiación de la verdad.
Lo
que Sloterdijk entiende por homeotecnología supone, en cambio, un
desplazamiento sustancial en relación con la tradición del
pensamiento clásico sobre la técnica. El filósofo alemán procura
definir su concepción de la homeotecnología a través del postulado
hay información, y de sus consecuencias ontológicas y
prácticas. Si la visión alotecnológica consiste en una falsa
descripción dualista de los entes (entes humanos-entes no humanos,
sujeto-objeto, alma-mecanismo) y en una práctica de dominación de
la materia, la visión homeotecnológica implica una clara disolución
de los límites dualistas de la ontología clásica y una práctica
caracterizada más bien por la cooperación.
Del
autómata impulsado por resortes, de la sustancia meramente extensa,
puesta allí delante de un sujeto que la percibe, la conoce y la usa,
se pasa a organismos vivos autopoiéticos 18 capaces de organizarse y
regular sus relaciones con el entorno. Es el paso de la heteronomía
de la materia a la autonomía de los sistemas informados e
inteligentes en la naturaleza. Y, por tanto, es al mismo tiempo la
crisis del dualismo sujeto-objeto y de los fundamentos mismos de la
pretensión de dominación de nuestra especie sobre la realidad. Que
sea el mismo Sloterdijk quien lo formule:
La
homeotecnología, al tener que vérselas con información realmente
existente, no hace más que avanzar en el camino de la no-violación
de los entes; gana en inteligencia inteligentemente, creando así
nuevos estados de inteligencia. Toma en cuenta las cualidades de los
cuerpos. Debe apoyarse en estrategias cointeligentes, coinformativas,
incluso allí donde se aplica egoísta y regionalmente como ocurre en
las tecnologías convencionales (Sloterdijk, 2001, p. 10).
Esta
definición general de la práctica homeotecnológica (que es, de
hecho, un modo auténtico de relación con la tecnología como medio
de transformación de sí) echa por tierra las acusaciones de los
detractores de Sloterdijk -entre los que se hallan filósofos como
Habermas y Tugenhadt 19. El mismo Sloterdijk no deja de burlarse de
aquellos embotados malos lectores de Nietzsche (los nazis), quienes
vieron en la idea del superhombre una invitación directa a
experimentar la desinhibición y un retorno a lo animal. Además, es
claro para aquel que se acerca concienzudamente a Normas para el
parque humano que el autor es consciente del despropósito
político del pensamiento de Heidegger.
En
efecto, las promesas de la biotecnología en el mundo contemporáneo
deben apuntar a un horizonte ético-político basado en el principio
de cooperación (el ser humano está inscrito en una red de
organismos y sistemas de vida inteligentes y autoproductivos con los
cuales debe interactuar de manera inteligente), y no ya en el
principio de dominación que ha sido el resultado de la metafísica
clásica y del humanismo. En La Domestication del´Etre,
Sloterdijk no despeja a cabalidad este nuevo horizonte ético-político
ni elucida el principio de cooperación que habrá de guiar una
práctica homeotecnológica. Habría que esperar a las tesis
contenidas en su trilogía Esferas para ver quizá
desarrolladas tales tesis. No obstante, el objetivo de este ensayo
era reconstruir la crítica de Sloterdijk al humanismo para proyectar
al mismo tiempo nuevas perspectivas para el pensamiento filosófico a
la luz de lo que el filósofo alemán denomina el acontecimiento del
posthumanismo.
15.
“Una pared viva sobre la cara interna de la cual aparece una
ventaja climática para los individuos del grupo que habitualmente
permanecen en el centro”. (La traducción es mía).
16.
“La salida de la prisión formada por la relación, biológicamente
determinada, con el entorno”.
17.
En el panorama de la filosofía moderna, René Descartes es uno de
los pensadores que expresa de manera concisa esta visión
alotecnológica basada en una ontología monovalente y en una lógica
bivalente. En efecto, Descartes define el mundo material (la
naturaleza) por un atributo fundamental: la extensión. En este
sentido, el universo es una enorme maquinaria compuesta por
cuerpos
extensos que interactúan de manera causal y cuantificable. La acción
de medir y establecer tales proporciones y acciones y reacciones
entre los cuerpos que pueblan la realidad material es uno de los
principales objetivos de la ciencia (la física). Estos cuerpos
(cuyos atributos centrales son la magnitud, el movimiento y la forma
entre otros), su situación espacio-temporal y las relaciones de
causalidad entre los mismos configuran los engranajes de la gran
máquina de la naturaleza. Por otro lado, si se añade a esta
definición de la naturaleza la idea cartesiana del método como
aquel camino que la mente recorre y que consiste básicamente en
reducir gradualmente las proposiciones complicadas a otras más
simples, para procurar luego ir de lo más simple a lo más complejo
recomponiendo el orden, entonces queda claro por qué Sloterdijk
sostiene que una concepción alotecnológica de la técnica y de la
ciencia se expresa cabalmente en una cierta forma de dominación.
Reducir el universo a formas extensas y construir un método que
permita a la mente descomponer esa realidad en sus partes elementales
y traducirlas a proposiciones fundamentales, implica de suyo la
apropiación de la realidad por parte del sujeto que conoce en la
figura de la verdad científica. Esta apropiación es la forma de
dominación de la ciencia y la tecnología clásicas. Ver: DESCARTES,
R. (1995). Los principios de la filosofía. Madrid, Alianza
Universidad. DESCARTES, R. (1996). Reglas para la dirección del
espíritu. Madrid, Alianza editorial.
18
El concepto de autopoieisis se adjudica a los biólogos chilenos
Humberto Maturana y Francisco Varela. Este concepto puede definirse
como la capacidad que tiene un sistema (un ser vivo) para mantener un
cierto equilibrio en su relación con el entorno y consigo mismo.
Nótese simplemente la diferencia abismal entre esta concepción de
la naturaleza y la concepción física de Descartes. Cuando
Sloterdijk afirma que es menester pasar del esquema ontológico
dualista a la perspectiva de la información se refiere, en cierto
sentido, a este tipo de concepciones. Es muy diferente interpretar
los entes partiendo del supuesto de que en su funcionamiento y modo
de aparecer en el mundo hay una cierta organización y una cierta
inteligencia (independientemente
de
que tengan consciencia o cerebro), a interpretarlos afirmando que los
entes que aparecen en el mundo son solo cosas extensas sin ningún
tipo de inteligencia ni finalidad en sí misma. La posición de
Maturana y Varela es, desde una perspectiva ontológica, solidaria
del postulado “hay información” que plantea Sloterdijk como
orientador de la homeotecnología. Para profundizar en las posiciones
teóricas de Maturan y Varela, ver: Maturana, Humberto R. (1997). De
máquinas y seres vivos, autopoiesis de la organización de lo vivo.
Santiago de Chile: Editorial Universitaria.
MÉNDEZ
SANDOVAL, C. A. (2013). “Peter Sloterdijk: pensar al
hombre en una época posthumanista”. En: Revista
Guillermo de Ockham 11(2). pp. 173-185.