¿Para qué valdría la pasión (acharnement) de saber, si sólo asegurara la adquisición de conocimientos y no de alguna manera –y tanto como se pueda– el extravío de aquel que conoce? Hay momentos en la vida en que el problema de saber si uno puede pensar de manera distinta a como piensa y percibir de otra manera que como ve es indispensable para continuar mirando o re-flexionado. (...) Pero, ¿qué es la filosofía en la actualidad –quiero decir la actividad filosófica– si no es un trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo, y si no consiste, en lugar de legitimar lo que ya se sabe, en emprender la tarea de saber cómo y hasta dónde sería posible pensar de otra manera?”

El uso de los placeres.
Michel Foucault.

viernes, 7 de octubre de 2016

Filosofía & fotografía.

Mucho antes de que se inventara la fotografía, la gente trató de imaginar el mundo en blanco y negro. En seguida se analizan dos ejemplos de este maniqueísmo pre-fotográfico. En primer lugar, se abstrae del universo de los juicios las limitaciones ideales de “verdadero” y “falso”, y se construye entonces, a partir de esta abstracción, una lógica aristotélica con identidad, diferencia y tercero excluído. Una lógica así estructurará la ciencia moderna, que de hecho funciona, aunque ningun juicio es totalmente verdadero o totalmente falso, y a pesar de que todo juicio sometido a un análisis lógico puede reducirse a cero. En segundo lugar, se abstrae del universo de la acción las limitaciones ideales de “bueno” y “malo”; se construyen entonces, a partir de esas limitaciones, las ideologías religiosas y políticas. Estas ideologías estructurarán los sistemas sociales, que de hecho funcionan, aunque ninguna acción es totalmente mala o totalmente buena, y aunque toda acción sometida a un análisis lógico puede reducirse a un movimiento de títeres.


Las fotografías en blanco y negro son semejantes al maniqueísmo, excepto en que se abstraen de las cámaras. Y de hecho, ellas también funcionan; traducen una teoría de la óptica en una imagen, y al hacerlo colman de magia la teoría; transcodifican los conceptos teóricos de “negro” y “blanco” en situaciones. Las fotografías en blanco y negro son la magia del pensamiento teórico, y transforman la linealidad del discurso teórico en una superficie. En esto consiste, de hecho, la belleza específica de tales fotografías; es una belleza propia del universo de los conceptos. Muchos fotógrafos prefieren las fotografías en blanco y negro a las de color, precisamente porque revelan mejor el verdadero significado de las fotografías: el universo de los conceptos.

Las primeras fotografías eran en blanco y negro, atestiguando sin duda sus orígenes como abstracciones de alguna teoría óptica. Con el progreso de otra teoría, la química, las fotografías en color fueron factibles. Parece como si las primeras fotografías le hubieran extraído el color al mundo, y como si las fotografías subsecuentes se lo hubieran devuelto. Sin embargo, las fotografías en color son por lo menos tan teóricas como las fotografías en negro y blanco. Por ejemplo, el “verde” de un prado fotografiado es una imagen del concepto “verde” como ocurre en alguna teoría de la química (digamos, aditivo como opuesto a un color sustractivo). La cámara (o la película que contiene en su interior) está programada para traducir el concepto “verde” en una imagen de “verde”. Naturalmente hay una conexión vaga e indirecta entre el “verde” fotográfico y el verde “exterior”, porque el concepto químico de “verde” está basado en alguna imagen del mundo “exterior”. Hay, sin embargo, una serie muy compleja de procesos sucesivos de codificación entre el verde fotográfico y el verde “exterior”, una serie que es más compleja que aquella que relaciona el gris fotográfico de una fotografía en blanco y negro con el verde de un prado real. El prado fotografiado en color es una imagen más abstracta que el prado fotografiado en blanco y negro. Las fotografias en color contienen un grado más elevado de abstracción que las fotografías en blanco y negro. Estas últimas son más concretas y, en este sentido, “más verdaderas“ que las fotografías en color. Dicho de otro modo, entre más “verdaderos” sean los colores de una fotografía, más engañosos serán. Esconden más eficazmente sus orígenes como teoría.

En Hacia una filosofía de la fotografía, de Vilém Flusser. 

 

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