(...)
Y en este camino de la poesía consciente, Paul Valery significa un
paso decisivo y quizá la identificación más total hasta ahora de
pensamiento y poesía, desde el lado poético, en su culto a la
lucidez. La poesía ha dejado de ser un sueño:
"La
veritable condition d'un veritable poete est ce qu'il-y-a de plus
distinct de l'état de revé. Je n'y vois que recherches volontaires,
assouplissement de pensées, consentement de l'áme a de gens
exquises et le triomphe perpetua du sacrifice. (...) Qui dit
exactitude et style invoque le contraire du songe".
El
que dice exactitud y estilo invoca lo contrario de sueño, pero el
sueño no ha dejado de estar en la raíz de la poesía, lo que ocurre
es que, por vez primera, se ha hecho consciente el esfuerzo infinito
que es necesario para expresar el sueño, o que por primera vez, el
poeta confiesa lo que durante siglos ha mantenido en silencio: el
trabajo.
Porque
"ce n'est pas des abscenses et des rêves que l'on impose à
la parole de si précieux et si rares ajustements". "Celui-là
même qui veut écrire son rêve se doti d'être infiniement
éveillé".
La
raíz del sueño no se ha secado en la poesía; se habría entonces
secado la poesía misma. Sucede que el poeta desde la poesía,
adquiere cada vez más conciencia; conciencia para su sueño,
precisión para su delirio. Y la razón de que esto ocurra es
precisamente que el poeta se afirma en su poesía. Baudelaire, Valery
son realizadores y definidores, al par, de la "poesía pura'. Y
poesía pura es afirmación, creencia en la poesía, en su
substantividad, en su soledad en su independencia.
Y
la "poesía pura" fue a establecer, desde el lado opuesto
del romanticismo pero con más profundidad, con más derecho,
diríamos, el que la poesía lo es toda Todo, entendamos, en relación
con la metafísica; todo, en cuanto al conocimiento, todo en cuanto a
la realización esencial del hombre. El poeta se basta con hacer
poesía, para existir; es la forma más pura de realización de la
esencia humana.
Y
precisamente desde esta manera de enlazar poesía y pensamiento, se
hace más difícil, imposible, en realidad, la reconciliación entre
poesía y metafísica. Porque el poeta puro ya no la necesita. Y
desde el otro lado, el filósofo moderno también cree realizar la
esencia del hombre por su pensar metafísica.
Diríase
que poesía y pensamiento han venido a ser dos formas de acción y
por ello, más que nunca, se excluyen, se ignoran. Y tan es así, que
el poeta tiene ya su ética en la realización de su poesía. Su
ética que es este estar despierto, precisamente; este velar
persistente, este sacrificio perenne por lograr la claridad al borde
mismo del sueño.
En
Filosofía y poesía, de María Zambrano.
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