¿Para qué valdría la pasión (acharnement) de saber, si sólo asegurara la adquisición de conocimientos y no de alguna manera –y tanto como se pueda– el extravío de aquel que conoce? Hay momentos en la vida en que el problema de saber si uno puede pensar de manera distinta a como piensa y percibir de otra manera que como ve es indispensable para continuar mirando o re-flexionado. (...) Pero, ¿qué es la filosofía en la actualidad –quiero decir la actividad filosófica– si no es un trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo, y si no consiste, en lugar de legitimar lo que ya se sabe, en emprender la tarea de saber cómo y hasta dónde sería posible pensar de otra manera?”

El uso de los placeres.
Michel Foucault.

lunes, 12 de diciembre de 2016

Nana cruel.

Duérmete, que ya estás a salvo de todo.
El sol se ha ido entusiasmado. Le ha salido bien, este atardecer...

Duérmete, que te voy a cantar, una nana tan cruel como la realidad:
Érase una vez, una humanidad... 



Yo que, yo que pensaba, yo que creía firmemente en el amor, hoy ya sé que no.
Que ya no importa y que a la vida hay que buscarle otra razón. 
Y busco en los colores del atardecer, y no la encuentro...

Yo que pasaba las noches en negociación.
Yo, que te espero.
Yo, que hice cada segundo otro mundo mejor.
Yo, que te espero.
Yo, que velaba las noches enteras...

Yo que, yo que querría poder contarte que ahí afuera está la vida y solo hay gente que quisiera comprenderte, y abrazarte, y alegrarte, y ayudarte siempre...

Yo, que estudié al ser humano, te digo que no, que ya nada espero.
Yo, que intenté comprender sus motivos.
Que no, que ya nada espero.
Yo, que quisiera encontrarme contigo...

Yo que, yo que pensaba, yo que creía firmemente en el amor.
No, hoy ya sé que no.
Que ya no importa y que a la vida hay que buscarle otra razón. 
Y busco en los colores del atardecer y no la encuentro...

Duerme, que ahí afuera solo hay monstruos, solo hay gente
que te compra y que te vende, que te odia, que te miente,
que te roba, que te mata, que te viola y que no siente nada...

Duérmete, que ya se ha ido el sol, que tenía que hacer, dijo, y se marchó,
y prometió volver al amanecer...

En Lo que aletea en nuestras cabezas, de Robe Iniesta.

 

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