Según
toda presunción la palabra armonía proviene del pitagorismo, de
donde pudo tomarla Heráclito. Sin embargo, el empleo que hace el
filósofo del vocablo es muy distinto del que se expresa en la
escuela pitagórica, puesto que él no apunta a la conciliación de
los opuestos sino a su mantenimiento como eterna lucha que representa
la suprema justicia.
La
doctrina de la armonía de los opuestos puede dividirse en tres
partes, a saber: Todo se compone de opuestos y por tanto está sujeto
a la tensión interna; los opuestos son idénticos, y como
consecuencia de lo primero la guerra es la fuerza directriz y
creadora.
Heráclito,
que ha afirmado en el fragmento 50: "Después de haber
escuchado no a mí sino al logos es sabio aceptar que todo es uno",
agrega en el 51: "Ellos no entienden cómo lo que difiere
está de acuerdo consigo mismo; la armonía consiste en tensiones
opuestas, similares a la del arco y la lira". Al referirse
al principio de identidad concreta, destaca el lógico Athanase Joja
su vinculación con este fragmento heraclíteo y dice: "Es el
reflejo lógico de la ley objetiva señalada ya por Heráclito: lo
uno que se diferencia de sí mismo, de lo cual un poeta alemán dijo
que era "palabra divina". En todo caso se trata de una
proposición de importancia infinita, pues revela el motor del
proceso cósmico y de cualquier proceso particular: "lo uno
que se diferencia, se desprende de sí, concuerda consigo, es decir,
todo uno es una multiplicidad, un sujeto que se despliega, una
potencialidad que se realiza, se actualiza en razón de la
contradicción interna".
Agrega
Joja que el fragmento 51 es el más importante de Heráclito porque
nos descubre el motor del proceso cósmico sobre la base de la
contradicción interna, esto es, el tránsito de lo abstracto a lo
concreto, donde reside la unidad y la diferencia. En todas partes
existen fuerzas que tiran en ambos sentidos a la vez. La armonía
aparente, la quietud o la paz es en la constitución real de las
cosas un estado de equilibrio precario entre estas fuerzas.
Observamos un arco encordado que descansa sobre el suelo o se afirma
en la pared. Ningún movimiento es visible, semeja un objeto
estático, en descanso absoluto; pero en verdad, una continua
oposición tiene lugar en él, que se hará patente si la cuerda no
es bastante fuerte. El arco inmediatamente recuperará su estado y
demostrará que la tensión lo mantenía curvado. La armonía era
dinámica, provocada por movimientos autorregulados y contrarios que
se neutralizan mediante el equilibrio. Otro tanto sucede con la lira
y sus cuerdas. El funcionamiento de ambos, su íntima naturaleza como
arco o lira depende de este equilibrio de fuerzas. Para Heráclito el
arco y la lira simbolizan el cosmos, el cual sin esa constante lucha
se desintegraría y perecería. Por eso el filósofo puede muy bien
decir en el fragmento 54: "La armonía invisible es superior
a la visible", esto es, sólo se capta mediante el logos.
En
lo que respecta a la relación observable el arco podría ser curvado
y la cuerda adaptarse simplemente a él, aunque en este caso no se
explicaría el requisito esencial que Heráclito exige para que se dé
la armonía, es decir, habría desaparecido la lucha de los opuestos
en inseparable tensión. El vínculo invisible entre ellos es el
elemento contradictorio, de oposición dinámica. De así que se
afirme en el fragmento 123: "La naturaleza gusta ocultarse".
En
La filosofía de Heráclito, de Alfredo Llanos.
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