¿Para qué valdría la pasión (acharnement) de saber, si sólo asegurara la adquisición de conocimientos y no de alguna manera –y tanto como se pueda– el extravío de aquel que conoce? Hay momentos en la vida en que el problema de saber si uno puede pensar de manera distinta a como piensa y percibir de otra manera que como ve es indispensable para continuar mirando o re-flexionado. (...) Pero, ¿qué es la filosofía en la actualidad –quiero decir la actividad filosófica– si no es un trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo, y si no consiste, en lugar de legitimar lo que ya se sabe, en emprender la tarea de saber cómo y hasta dónde sería posible pensar de otra manera?”

El uso de los placeres.
Michel Foucault.

lunes, 20 de marzo de 2017

Otro manto más.

La moda, la historia de la moda, la moda de cada momento y época remite a cómo queremos (cada uno de nosotros, el poder que nos constituye...) que las cosas parezcan. Esa pasión por el “parecer” de las cosas, ese horror de visualizar las entrañas, de contemplar las vísceras sin ninguna clase de atributos que las dibuje... 


Más he aquí que las cosas siempre son en su apariencia, así nos lo enseñó Kant, y que saber mirar, escuchar... es “saber” encontrar la mejor perspectiva para captar las cosas en su apariencia. Cosa revestida -pensaba Antonio Expósito-... La moda no puede ser, entonces, más que un manto -otro manto más-, no para cubrir, sino para recubrir la desnudez de la cosa, tal vez porque el primer manto resulte poco tupido, demasiado trasparente.

La filosofía, tal como se desarrolló desde Nietzsche, dejando atrás esas otras concepciones o perspectivas filosóficas que engloban la denominada filosofía del conocimiento, la reflexión sobre la sociedad y el poder, la teología, etc., surge de las vísceras, es su rumiar, su descontento.


La filosofía, así entendida, no irrumpe por lo tanto, paradójicamente, de los estratos más elevados del “alma humana”, sino de la animalidad que nos constituye. La filosofía es el primer alegato contra la moda. Para Antonio Expósito resultaba esperanzador que, por lo menos, el animal gritará ¡basta!

En Debes dar muerte aquí a tu cobardía, de José Fabio Rivas Guerrero.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario